domingo, 14 de septiembre de 2008

Las Uros

En el lago Titicaca, unos hombres decidieron construir su propia tierra. Una tierra hecha a medida y a salvo de agresiones externas. Serían islas, flotantes.

Las haremos con juncos de totora, y las piezas terrosas que conformen sus cimientos se unirán a través de las raíces. La ataremos a unas cuerdas y, al final de las cuerdas, pondremos piedras para evitar que el viento y las olas se las lleven a Bolivia. El suelo será blandito, y los niños podrán jugar, dar volteretas y caerse sin miedo. Cada cierto tiempo lo renovaremos.

Para desplazarnos de un lugar a otro fabricaremos barcas, de un aspecto fantástico, como todo lo demás. Y cuando pasen cientos de años la humanidad sabrá reconocer nuestra hazaña. Llegarán hombres de todas partes a visitarnos. Les acogeremos, les explicaremos cómo lo hicimos, ¿por qué no? Pero habrá que estar preparados para ser nosotros los que les cambiamos a ellos por completo, y no al revés.

[Cuando los medios tecnológicos lo permitan, intentaremos que algunas fotografías ilustren la historia. Lo que no revelarán es cómo acabó, pues no estamos del todo capacitados para asegurarlo]





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