Suba a Machu Picchu.
Posología:
Entre a las 6 de la mañana, cuando se abren las puertas.
Vaya directo a Huayna Picchu, ese cerro que se ve al fondo de todas las fotos.
Coja aire y súbalo, no dejan de ser una especie de escaleras empinadas.
Cuando llegue al primer tramo de tierra en llano, admírese por primera vez.
Suba un poco más, todavía no ha llegado a lo más alto, vuélvase a admirar.
Intente retener el momento y, por último, vuélvase a admirar.
Sí, es cierto, la "ciudad perdida" de los incas* es, cuanto menos, admirable. Pero, más allá de sus casas, palacios o plazas, apuntaría al acierto en su ubicación. En este punto, hasta los localizadores bollywoodienses me darían la razón. ¿Qué no? Quédense con este nombre: "Robot", en sus pantallas en unos dos años.
Después de la subida al Huayna, el descenso y la inyección adrenalínica nos disponemos a recorrer bajo sus efectos lo que también podría haber sido una "ciudad de vacaciones". Y además de japoneses, americanos, españoles, estudiantes peruanos (no está mal que tus excursiones del colegio sean de este calibre, y nosotros felices con las visitas a la fábrica de chocolates Torras). Además de lagartijas, llamas (traídas aquí como objeto decorativo), golondrinas y una vizcacha (parecida a un conejo)... ¿qué nos encontramos? ¡Un equipo de grabación de Bollywood!
Los protagonistas:
Ella -mujer india, aunque impensable por su palidez- luce un vestido dorado y la cabeza adornada por plumas.
Él -en este caso exageradamente maquillado para simular bronceado- lleva el pelo cardado y repasa a menudo su aspecto en un espejo de mano.
Entre repetición de escena (chica se acerca a chico con unos pases de baile y roza su cara), y repetición de escena (chica se vuelve a acercar a chico con los mismos pases de baile y roza su cara), otros hindús -estos sí sin necesidad de maquillaje u otros artefactos para revelar su procedencia- se apresuran a protegerlos del sol sosteniendo por ellos un paraguas. Los encargados de transportar el material de un lugar a otro, en cambio, son peruanos.
"Nosotros no salimos delante de las cámaras, son ellos principalmente", nos aclara uno de ellos. El despliegue de medios bollywoodienses en este escenario es asombroso (¿quién podría esperar encontrarse con esto?), diría más, es glorioso, porque hasta el lenguaje se magnifica en Machu Picchu. Así que, después de cerrar la boca (del asombro), nos disponemos a irnos detrás de un grupo de franceses y su guía. En ese momento una voz nos llama desde arriba: "¡Disfruten del paseo! ¡Y tomen mucha energía!" Es el mismo trabajador, autóctono, que hace un momento nos daba detalles sobre el film.
-¡Gracias!, gritamos.
Después de haber estado aquí me parece saber de lo que habla.
[*así la llamó su descubridor anglosajón, aunque ya la habían encontrado algunos pastores antes]
Posología:
Entre a las 6 de la mañana, cuando se abren las puertas.
Vaya directo a Huayna Picchu, ese cerro que se ve al fondo de todas las fotos.
Coja aire y súbalo, no dejan de ser una especie de escaleras empinadas.
Cuando llegue al primer tramo de tierra en llano, admírese por primera vez.
Suba un poco más, todavía no ha llegado a lo más alto, vuélvase a admirar.
Intente retener el momento y, por último, vuélvase a admirar.
Sí, es cierto, la "ciudad perdida" de los incas* es, cuanto menos, admirable. Pero, más allá de sus casas, palacios o plazas, apuntaría al acierto en su ubicación. En este punto, hasta los localizadores bollywoodienses me darían la razón. ¿Qué no? Quédense con este nombre: "Robot", en sus pantallas en unos dos años.
Después de la subida al Huayna, el descenso y la inyección adrenalínica nos disponemos a recorrer bajo sus efectos lo que también podría haber sido una "ciudad de vacaciones". Y además de japoneses, americanos, españoles, estudiantes peruanos (no está mal que tus excursiones del colegio sean de este calibre, y nosotros felices con las visitas a la fábrica de chocolates Torras). Además de lagartijas, llamas (traídas aquí como objeto decorativo), golondrinas y una vizcacha (parecida a un conejo)... ¿qué nos encontramos? ¡Un equipo de grabación de Bollywood!
Los protagonistas:
Ella -mujer india, aunque impensable por su palidez- luce un vestido dorado y la cabeza adornada por plumas.
Él -en este caso exageradamente maquillado para simular bronceado- lleva el pelo cardado y repasa a menudo su aspecto en un espejo de mano.
Entre repetición de escena (chica se acerca a chico con unos pases de baile y roza su cara), y repetición de escena (chica se vuelve a acercar a chico con los mismos pases de baile y roza su cara), otros hindús -estos sí sin necesidad de maquillaje u otros artefactos para revelar su procedencia- se apresuran a protegerlos del sol sosteniendo por ellos un paraguas. Los encargados de transportar el material de un lugar a otro, en cambio, son peruanos.
"Nosotros no salimos delante de las cámaras, son ellos principalmente", nos aclara uno de ellos. El despliegue de medios bollywoodienses en este escenario es asombroso (¿quién podría esperar encontrarse con esto?), diría más, es glorioso, porque hasta el lenguaje se magnifica en Machu Picchu. Así que, después de cerrar la boca (del asombro), nos disponemos a irnos detrás de un grupo de franceses y su guía. En ese momento una voz nos llama desde arriba: "¡Disfruten del paseo! ¡Y tomen mucha energía!" Es el mismo trabajador, autóctono, que hace un momento nos daba detalles sobre el film.
-¡Gracias!, gritamos.
Después de haber estado aquí me parece saber de lo que habla.
[*así la llamó su descubridor anglosajón, aunque ya la habían encontrado algunos pastores antes]